• El hombre que no habla

Isabel Nogueira

El hombre que no habla
no le dice te quiero a su niña
no le dice que la encuentra muy guapa
y que bella es la presencia de ella en su vida
y como ella le hace feliz.
A veces siente eso, pero esta tan acostumbrado a no decir
que su corazón amarillo se olvidó de como eran las palabras
tan acostumbrado está a habitar las tierras tercas de que decia Neruda.

La mujer para él estaría mejor si fuera quizás callada y ausente,
conforme con su silencio y no deseando más
que su efectiva y viril presencia al lado de ella.
Que se acostumbrara a no decir tambien, y que cuando lo hiciera,
supiera que no haria falta una contestación de él.

La mujer buscaría también el amarillo en su corazón,
y serían felices con el no decir.
Pero hay distancia en el no decir,
y melancolia en el corazón amarillo.
Él mundo interno de ella se contorcia de ganas de hablar.
Por eso le pedia que le contara las cosas que iban por su corazón,
que pensara en porque no le gustaba hablar,
que fuera al que tiene las herramientas que hacen con que uno diga y
por medio del decir que alcanze reconocer sus sentimientos.

A veces el hombre cambiaba, por unos pocos dias o semanas,
para luego volver a callarse
y perderse adentro de su propio pecho.
Poquito a poco ella empezó a darse cuenta de que él no tenía
el mapa de su mundo interno.
Que muchas veces era atropellado por sus propios sentimientos,
y se atrapaba en las redes que no sabia dónde empezaban ni dónde terminaban.

Ella por mucho tiempo se ocupó de traducirle,
de nombrarle los sentimiento,
de hablar por los dos,
de intentar una mezcla rara de charla loca
dónde ella decía por él y ella misma contestaba.
Y tanto le queria
que sentia el corazon amarillo como si fuera suyo.

Encontró en si misma la melancolia y el silencio,
y sus ganas de cuidar hicieran con que
se ocupara de él,
se preocupara por él,
caminasse por los caminos de su mundo interno intentando ayudarle a mapear las zonas de peligro
y ofreciera con generosidad todo lo que sabia dar.

No se puede decir que el no ofrecía tambien lo que sabia.
su amor, su compañia, los cuidados del dia a dia,
el estar a su lado en todos los momentos
y apoyarla en lo que necesitara.
su presencia estaba allí, aunque
muchas veces la mirada lejana la hacia dudar si estaba de verdad con ella.

Pero ella empezó a reconocer la necesidad de palabras que habia nacido con ella,
y que aunque la haya intentado contener, hablaba más y más alto a cada dia.
Percibia que aunque el hombre que no habla le daba todo el amor que sabia,
habia en ella una necesidad de reconocimiento,
una necesidad de que el cuerpo y el alma del hombre amado
diciera lo que veia en ella y la reconfirmara
con el cariño y el amor de sus palabras.

Y con el tiempo,
ella se dió cuenta
de que el hombre que no habla
jamás iba a decir.

* * *
recebi da autora. me emocionei! até chorei. e ela autorizou publicar...
Obrigada, Isa! é lindo! amei!